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Bioseguridad, Una Inversión Imprescindible

A. Gregorio Rosales, consultor avícola privado y Director Técnico LPN, fue el encargado de la ponencia sobre “Bioseguridad, Una Inversión Imprescindible” durante LPN Congress 2018.

La industria avícola continúa prosperando gracias a la demanda creciente de productos avícolas y a la vez mejorando su productividad mediante la incorporación continua de avances tecnológicos en las áreas de genética, manejo, nutrición y alojamiento. Como parte del progreso, proteger la salud y el bienestar de las aves continua siendo una prioridad para que los productores puedan alcanzar sus objetivos y ser rentables frente a la evolución de los mercados y la influencia de economías globales.

Uno de los retos mas recientes es la presión para reducir o prescindir del uso de antibióticos mediante mejoras constantes en los métodos de manejo y el control de enfermedades usando nuevas estrategias y productos alternativos.

Otro desafío es la amenaza constante de enfermedades emergentes o epidémicas que no solo pueden ocasionar efectos adversos en la productividad de las empresas sino además en su capacidad para satisfacer demandas cada vez mas exigentes de los consumidores locales e internacionales.

Consiguientemente, la avicultura se encuentra en la necesidad de fortalecer la bioseguridad como la primera y más importante estrategia de defensa para prevenir la entrada y transmisión de enfermedades.

La Bioseguridad es una Inversión

La bioseguridad es un conjunto de normas y prácticas de producción diseñadas para prevenir la entrada y subsiguiente diseminación de agentes patógenos. Como se muestra en la figura No. 1, la bioseguridad sirve como base para que los productores puedan proteger la salud y bienestar de las parvadas, obtener los mejores rendimientos de producción posibles y asegurar un retorno óptimo de capital invertido. De este modo, la bioseguridad es una inversión imprescindible para garantizar la productividad, competitividad y sostenibilidad de las empresas avícolas de hoy y del futuro.

En términos generales, un programa de bioseguridad tiene los siguientes objetivos:

  • Evitar pérdidas debido a enfermedades y menores rendimientos de producción
  • Disminuir costos debidos al uso de antibióticos y otras medidas para mitigar el impacto y riesgo de transmisión de enfermedades
  • Asegurar el suministro ininterrumpido de productos
  • Cumplir con los requisitos de calidad e inocuidad alimentaria
  • Satisfacer las exigencias de consumidores en mercados locales e internacionales
  • Mantener y/o aumentar la participación de la empresa en el mercado

En base a lo anterior, la bioseguridad ha dejado de ser una área puramente técnica para convertirse en el cimiento de las empresas modernas productoras de productos avícolas sanos, nutritivos y confiables para la población humana.

Bioseguridad y Parámetros Claves de Rendimientos

Las empresas avícolas, como muchas otras industrias, saben que no se puede manejar lo que no se mide (W. E. Deming y P. Drucker) y por lo regular asignan recursos y cuentan con herramientas para recolectar y analizar sistemáticamente parámetros clave de rendimientos. Esta información tiene gran valor para evaluar resultados, hacer comparaciones, sentar objetivos y tomar decisiones.

Siguiendo esta mecánica, las propuestas para establecer o mejorar un programa de bioseguridad, tendrán mayor prioridad cuando se acompañan con datos (preferentemente propios de la empresa) mostrando el impacto potencial o histórico de las enfermedades sobre estos parámetros.

El impacto económico de las enfermedades sobre la viabilidad de las parvadas, conversión alimenticia, ganancias de peso, kilogramos de carne producidos, número de huevos y pollitos por gallina alojada, etc., provee un argumento convincente para justificar inversiones en el área de bioseguridad. Esta estrategia también permite establecer una relación objetiva de los beneficios de la bioseguridad bajo las condiciones, la realidad económica y los objetivos propios de la empresa.

Diseño y Establecimiento del Programa

La identificación de los factores de riesgo que pueden resultar en la introducción de enfermedades es el primer paso para diseñar y establecer un programa de bioseguridad para una empresa o granja especifica. Los factores de riesgo usados comúnmente para diseñar un programa se muestran en la Figura 2.

Así mismo, es indispensable establecer procedimientos de aislamiento (evitar contacto con otras parvadas o aves de patio), limpieza y desinfección (antes de la entrada de vehículos, equipo, herramientas de trabajo) y control de tráfico de personas y vehículos.

En la producción avícola es cada vez mas frecuente el uso de análisis de riesgos para evaluar procesos de producción e identificar fortalezas y debilidades de los mismos. Este es un método sumamente útil para evaluar el programa de bioseguridad e identificar oportunidades para su mejoramiento. Esta tarea debe llevarse a cabo continuamente por el personal responsable del programa o periódicamente con la asistencia de auditores externos especializados.

Como se muestra en la Figura 3, una vez que un factor de riesgo (nuevo o emergente) es identificado, su impacto debe ser analizado y seguido por la planeación y ejecución de medidas correctivas. Idealmente, la efectividad de estas acciones debe ser sujetas a algún tipo de evaluación o verificación.

Para el establecimiento e implementación de un programa efectivo de bioseguridad se requieren los siguientes componentes:

  • 1. Conceptual (ubicación de la granja, tamaño, número de edades, aislamiento de otras granjas y/o aves de patio).
  • 2. Estructural(diseñodemódulosde entrada y galpones, galpones a prueba de aves silvestres y roedores, puertas y cercos perimetrales).
  • 3. Operacional (cambios de ropa y calzado, duchas a la entrada y salida, limpieza y desinfección de instalaciones y equipo)
  • 4. Cultural(compromiso, entrenamiento, reconocimiento, auditorias)

La Figura 4 ilustra la estrecha relación entre estos componentes y la ejecución correcta de los mismos para garantizar el éxito del programa.

Comprensiblemente, el programa y sus componentes tienen que ser congruentes con los objetivos y recursos de cada empresa. En general, el mejor programa de bioseguridad es aquel que cumple con principios básicos, es diseñado con objetivos realistas y usa recursos disponibles para mejorar continuamente.

Cultura y el Factor Humano

Las normas de bioseguridad son percibidas frecuentemente como “costosas, inconvenientes y dogmáticas” y estas actitudes tienen una influencia negativa en el desarrollo de la cultura, el compromiso y la ejecución de un programa.

Esta barrera cultural solamente puede ser superada mediante buena comunicación, educación y el establecimiento de objetivos para todos y cada uno de los empleados en conjunción con los objetivos de la empresa.

Indudablemente, el éxito de un programa depende de la concientización de todos los empleados en la importancia del mismo para lograr sus objetivos, tener estabilidad de empleo y la posibilidad de mejorar su calidad de vida.

Para lograr esto es necesario establecer requisitos de empleo, sesiones de entrenamiento (al iniciar el empleo y anualmente como mínimo), contratos definiendo responsabilidades de trabajo, la obligación de cumplir con las normas de bioseguridad en todo momento y las ramificaciones por fallas en su cumplimento o la notificación de infracciones. De tal forma, la bioseguridad debe ser una parte esencial de la cultura que guíe las decisiones y operaciones cotidianas de una empresa.

El desarrollo de la cultura de bioseguridad requiere liderazgo, trabajo en equipo y buena comunicación. La adopción y compromiso con la misma también puede promoverse mediante reconocimientos e incentivos, tanto para empleados como para productores bajo sistemas de aparcería, para premiar y hacer público ejemplos de dedicación y contribuciones o ideas para su mejoramiento.

Una vez que se ha desarrollado un programa e invertido en infraestructura y recursos, no se debe asumir que todos los requisitos y procedimientos se cumplen todos los días y sin ningún error.

Por lo tanto, es sumamente útil llevar a cabo auditorias internas (y/o con la asistencia de terceros) para evaluar la ejecución del programa y detectar deficiencias operativas y estructurales. Las auditorias son el mejor mecanismo para identificar áreas que pueden ser mejoradas mediante entrenamiento, ajustes de los procedimientos y/o la necesidad de modificaciones en las instalaciones.

Monitoreos Activo y Pasivo

A medida que la industria avícola avanza y se enfrenta a mayores exigencias, esta depende cada vez más del apoyo de laboratorios de diagnóstico. Estos realizan pruebas rutinarias para determinar el estado de salud de las parvadas, evaluar niveles de inmunidad post-vacunación y confirmar la efectividad del programa de bioseguridad. Estas actividades constituyen un monitoreo activo.

En muchos países, el monitoreo rutinario del estado de salud es requerido por programas oficiales para la certificación de las parvadas y su progenie como libres de ciertas enfermedades.

Así mismo, usando métodos rápidos de diagnóstico, los laboratorios pueden detectar tempranamente la introducción de enfermedades como la influenza aviar, enfermedad de Newcastle y las micoplasmosis. Esto requiere la colección de muestras seguida la aparición de signos clínicos (aumentos de mortalidad y bajas de producción) o la identificación de lesiones específicas.

Este tipo de vigilancia o monitoreo pasivo es de vital importancia para responder de manera inmediata e iniciar, en caso necesario, la ejecución de medidas de contingencia (como cuarentenas o controles de trafico) para evitar la transmisión de enfermedades a otras granjas.

No existe un programa de bioseguridad 100% infalible, por lo tanto, los resultados de laboratorio sirven para verificar su eficacia y proveen información critica para ejecutar acciones oportunas para proteger a la empresa.

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